¿Qué nos transmite el mar? Su simbolismo en nuestra transformación
Acercarnos al mar es agradable y refrescante. Contemplar su inmensidad azul supone un espectáculo fascinante: el constante movimiento del agua, la evanescente espuma de las olas al llegar a la costa, la brisa cargada de un salobre y vitalizante aroma que llena los pulmones.
El disfrute del mar es algo más que simple ocio, su efecto regenerador sobre el organismo se acompaña de una acción balsámica a nivel psicológico. Todo lo marino parece evocar en nosotros un recuerdo atávico, una extraña nostalgia.
Junto al mar, el cuerpo y la mente parecen renovarse. Incluso recobramos cierta alegría de vivir, pues espontáneamente tendemos al juego y a la risa.
Es como una vuelta a la infancia o al paraíso perdido, que en nuestro imaginario suele presentarse bajo la forma de una tranquila playa de arenas doradas y sombra de palmeras donde escuchar el ancestral murmullo del mar resonando en la caracola de nuestro corazón.
El mar no parece tener límites, ni en el horizonte ni por debajo. Solo el cielo es más grande que él. Si el sol es el "padre" de la vida mediante su luz y calor, el mar es la "madre", pues representa –simbólica y realmente– una gran matriz.
Fuente: cuerpoymente por el Dr. Daniel Bonet